El destino de un sicario
Río Doce.- Gonzalo Inzunza Inzunza fue registrado en Culiacán, pero fuentes cercanas a la familia afirman que nació en Navolato. Su padre, don René Inzunza, era originario de La Vuelta, ubicado a cinco kilómetros de la cabecera municipal y se dedicó al negocio de las drogas cuando a los narcotraficantes todavía se les llamaba gomeros.
De familia clasemediera —estudió Primaria y Secundaria en el Colegio Sinaloa, administrado por monjas— con domicilio en la colonia residencial Guadalupe, el destino lo puso en el umbral de la delincuencia.
Nacido el 17 de agosto de 1970, era un adolescente cuando su padre murió. Le dejó un Grand Marquis y una pistola escuadra como herencia.
Jugueteaba con el arma hasta que decidió que debía tener alguna utilidad. Una noche, durante una fiesta en su casa, mató a un joven que se estaba burlando de él. Fue el primer crimen que cometió. Estaban cada uno en los extremos de una mesa y Gonzalo Inzunza tenía empuñada la pistola por debajo del mantel. Le dejó ir cinco disparos y el tipo cayó de espaldas con todo y silla, bañado en sangre. La fiesta terminó y media hora después elementos de la Policía Municipal llegaron en una patrulla y se llevaron el cuerpo para tirarlo en las afueras de la ciudad. Tenía 19 años.
Inzunza se fue a Sonora, donde incursionó en el narcotráfico. Allá estuvo varios años trajinando hasta que regresó, a finales de los años 90, convertido en un hombre de armas. Estando allá se enemistó con un narcotraficante culichi, Jesús René Deldagillo Meza, a quien acusaba de haberle robado una tonelada de mariguana y un millón y medio de pesos.
Lo persiguió y atentó contra su vida para cobrar la afrenta pero nunca logró su objetivo de exterminarlo.
Delgadillo Meza se vino a esconder a Culiacán y hasta acá regresó el Macho Prieto buscando asesinarlo. Contrató sicarios con el único fin de cobrar la deuda como él pensaba que debía hacerlo.
No se detuvo en contemplaciones. El 15 de junio de 2001, en la colonia Las Quintas, un grupo de pistoleros a su mando irrumpió en una fiesta infantil donde se encontraba René Delgadillo e intentó matarlo. Murieron dos policías de la oficina estatal de Protección Privada y una jovencita, Mirella Urquiza Benítez, pero su enemigo logró escapar.
Ismael Zambada García supo de la belicosidad del Macho Prieto y lo mandó llamar. Ahí empezó la relación. Trabajó para él muchos años, pero siempre con niveles de autonomía que le permitían también traficar drogas por su cuenta. El Mayo le decía el Apache, por la forma en que usaba el pelo, con partida en medio y su piel morena.
Se instaló en la colonia Los Pinos, que convirtió en un búnker al que nadie entraba sin ser monitoreado. Era su mundillo privado que celaba de incursiones de malandrines y policías a costos de muerte.
Una vez, a finales de los años noventa, un par de patrullas de la Policía Ministerial arribaron a una de las calles de su colonia para ejecutar una orden de aprehensión en contra de un joven que tenía líos legales relacionados con una muchacha. Cuando los policías bajaron de sus unidades, fueron rodeados por gatilleros del Macho Prieto que los habían ubicado desde que entraron a la colonia. Les preguntaron a qué iban y respondieron que a ejecutar una orden de aprehensión. El joven por el que iban no tenía nada que ver con la clica de Gonzalo Inzunza, pero estaban invadiendo un territorio que para el Macho era sagrado.
“¿Quién es su jefe?”, preguntaron los sicarios, la mayoría mozalbetes con “cuernos de chivo” al hombro. “El comandante (Héctor) Ochoa Polanco”, respondieron. Se referían al que entonces era jefe de Órdenes de Aprehensión de la Policía Ministerial. “Díganle que venga”, ordenaron. Siguieron la instrucción y Ochoa Polanco se presentó minutos después. En cuanto llegó al lugar hizo acto de presencia el Macho Prieto, se acercó al comandante y le dio una bofetada. “¿Qué no sabes que para entrar aquí tienes que pedir permiso?”, le espetó. Le dio otra cachetada y le dijo que no se volviera a parar por ahí. Luego ordenó que desarmaran a los policías y que los dejaran ir.
Los agentes se retiraron en sus camionetas. Dos días después, personal de la Ministerial recibió la indicación de que enfrente de la comandancia, por el bulevar Emiliano Zapata, se encontraba un vehículo con las armas que les habían asegurado dos días antes. El cargamento estaba intacto.
El Macho Prieto tenía repulsión hacia los policías porque pensaba que muchos de ellos le brindaban protección a Delgadillo Meza. Fuentes del Gobierno afirman que muchos de los crímenes contra agentes policiacos fueron perpetrados por Gonzalo Inzunza bajo esa presunción, aunque su nombre no forme parte de ninguna de las investigaciones de estos crímenes.
En otra ocasión, en abril de 2005, un convoy compuesto por dos patrullas de la Policía Estatal Preventiva tuvo que replegarse a su base ante la amenaza de Gonzalo Inzunza de que acabaría con los agentes si no se retiraban. Fue al mediodía, en la misma colonia Los Pinos. Los policías se regresaron a su base, entonces por Bahía de Ohuira y hasta ahí los siguió el jefe de los sicarios, se bajó de su vehículo y después de recordarles a su madre a grito abierto, se retiraron.
Libertad “por arte de magia”
Un mes después ocurriría un hecho insólito. El 5 de mayo de ese año, Gonzalo Inzunza se internaría en la clínica de rehabilitación Oceánica, ubicada en Mazatlán. Tenía un fuerte problema de adicción a las drogas y quería resolverlo. Se trasladó con un grupo de secuaces al puerto y cuando detallaban su estadía y la forma de coordinarse mientras le daban atención, fueron detenidos por la Policía Municipal del puerto, justo frente al extinto centro nocturno Toro Bravo, por la Avenida del Mar.
Los gatilleros viajaban en un vehículo Jetta y una camioneta Ford Lobo, donde también llevaban un arsenal. Les aseguraron una bazuca, dos fusiles AK-47, dos fusiles AR-15, uno de los cuales traía un lanzagranadas; tres pistolas y siete granadas para fusil.
Los detenidos dijeron llamarse: Cándido Roche Ortiz, José Miguel Castro González, Alberto César Acosta Chaires, Fabían Montes Aragón y Abraham Alberto Salcedo Hernández, de 20, 22, 23, 26 y 26 años, todos culichis.
Asimismo aseguraron 185 municiones para fusil “cuerno de chivo”, 138 cartuchos para fusil AR-15, pecheras, varios cargadores normales y de disco, además de dólares y diversas joyas.
Desde el día de la detención, corrió la versión de que los aprehendidos fueron ocho, pero que solo habían sido presentados seis, un menor de edad entre ellos.
El mismo jueves, 5 de mayo, se dieron a conocer los nombres de Bernabé León Parra y Juan Manuel García Peiro, mismos que habrían sido liberados.
Fotografías tomadas mientras eran detenidos en el lugar de los hechos, muestran a dos hombres que nunca fueron presentados. En realidad, uno de ellos era el Macho Prieto y el otro Ismael Bernal Cristerna, conocido como el Mongol.
Fuentes extraoficiales de la Dspytm aseguraron a Ríodoce que los sicarios habrían ofrecido, antes del traslado, 500 mil pesos para que los dejaran libres, pero que los policías los rechazaron.
Los ocho detenidos, afirmaron las fuentes, llegaron esposados a las celdas, pero allí “León Parra” y “García Peiro” habrían dado un millón 500 mil pesos para ser dejados libres.
Pese a las evidencias, testimonios e imágenes, Luis Noriega Ordorica, entonces director de la Dspytm, aseguró que solo fueron seis los detenidos. Otro que negó los hechos fue el alcalde Alejandro Higuera Osuna, de extracción panista.
Apenas el 31 de julio pasado, después de una persecución que inició en el cruce de Obregón y Terrones, el Mongol fue asesinado de carro a carro. Fuentes policiacas extraoficiales aseguraron a Ríodoce que fue el mismo Macho Prieto quien ordenó su muerte al sospechar que lo estaba traicionando.
La casa de Frías Castro
Era marzo de 2005 y en todo el país las fuerzas del Partido de la Revolución Democrática se movilizaron para impedir que el entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, fuera desaforado. Un diputado sinaloense, Francisco Frías Castro, formaba parte de la Comisión Instructora, y en Culiacán un centenar de simpatizantes perredistas se plantaron en una casa que tiene en Culiacán para exigirle que rechazara al desafuero. Fue el 30 de marzo de 2005.
La casa está ubicada por la calle Ciudades Hermanas, en la colonia Guadalupe. Colgaron mantas y lanzaron arengas durante algunas horas, para luego retirarse.
Lo que no sabían es que Frías Castro no vivía allí y que, de acuerdo con informes confidenciales del Ejército a los que Ríodoce tuvo acceso, fue durante un tiempo casa de seguridad de Gonzalo Inzunza Inzunza, el Macho Prieto.
Dice textual un informe del GAE (Grupo de Análisis Especializado) dirigido al General de Brigada… con fecha de 20 de marzo de 2006:
9/a. Z. M.
G.A.E.
PARA ATENCION DEL C. GRAL DE BGDA. D.E.M. CMTE. 9/a. Z.M.
(20-MAR-06)
ASUNTO.
INFORMAR A ESA SUPERIORIDAD DATOS OBTENIDOS A CERCA DE GONZALO INZUNZA INZUNZA (a) “EL MACHO PRIETO”.
INFORMACION.
EN RELACION AL INDIVIDUO DE NOMBRE GONZALO INZUNZA INZUNZA (a) “EL MACHO PRIETO” EN LOS ARCHIVOS CON QUE CUENTA EL G.A.E. DE ESTA ZONA MILITAR SE OBTUVO LA SIGUIENTE INFORMACION:
ANTECEDENTES.
SE TIENE INFORMACION QUE CITADO INDIVIDUO ES GATILLERO DE ISMAEL ZAMBADA GARCIA (a) “MAYO ZAMBADA”, ADEMAS DE CONTROLAR Y RECLUTAR A PERSONAL A ORDENES DE CITADA PERSONA.
SU DISTINTIVO DENTRO DE LA ORGANIZACIÓN DEL “MAYO ZAMBADA” ES “GOLFO” Y SU (a) “EL MACHO PRIETO”.
PROPIEDADES RELACIONADAS CON GONZALO INZUNZA INZUNZA, UBICADAS EN ESTA PLAZA:
(…)
DOMICILIO UBICADO EN BLVRD. CIUDADES HERMANAS PONIENTE No. 168 ENTRE AVENIDA ANDRADE Y CERRADA GUADALUPE (ESTA CASA ES DE COLOR CAFÉ CON UN PORTON DEL MISMO COLOR), LA CUAL CONFORME AL CONTRATO DE LUZ SE ENCUENTRA REGISTRADO CON EL NOMBRE DE FRANCISCO FRIAS CASTRO; DE ESTE INDIVIDUO SE SABE QUE TIENE UNA TRAYECTORIA POLITICA EN EL PARTIDO REVOLUCIONARIO INSTITUCIONAL (PRI), ACTUALMENTE ES PRESIDENTE DE LA FUNDACION LUIS DONALDO ADHERIDA AL PRI; Y EN EL REGISTRO PUBLICO DE LA PROPIEDAD SE ENCUENTRA REGISTRADA A NOMBRE DE NADIA ACUÑA DELGADO DE FRIAS.
Francisco Frías Castro es ahora secretario de Educación Pública del Gobierno de Mario López Valdez.
Mayo de 2008, el parteaguas
El poder de Gonzalo Inzunza Inzunza se vino abajo desde la noche del 8 de mayo de 2008, cuando fue asesinado Édgar Guzmán López, en el estacionamiento del City Club.
Recién había empezado la guerra entre los hermanos Beltrán Leyva y el cártel de Sinaloa, y por un tiempo se pensó que el ataque había sido perpetrado por gatilleros al servicio del Barbas, Arturo Beltrán Leyva.
Pero no fue así. En realidad la muerte del hijo del Chapo Guzmán y de Griselda López Pérez se debió a una confusión. Un comando de Gonzalo Inzunza ubicó a un grupo de jóvenes que charlaban en el estacionamiento de la tienda citada y lo reportó a sus superiores. A través de los radios se cruzaron datos, preguntas y órdenes. Los jóvenes fueron confundidos con los contrarios y se dio la orden de disparar. Murió junto con Édgar Guzmán un hijo de Blanca Margarita Cázarez Salazar, Arturo Meza Cázarez y un sobrino del Chapo, César Ariel Loera Guzmán.
Se sabría después que los jóvenes habían acudido al lugar con el fin de tratar dos camionetas blindadas.
A partir de entonces la vida se le complicó al Macho Prieto, que habría sido protegido por Ismael Zambada. Hasta que tuvo que abandonar el estado.
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