Ríodoce/Choix.- Los gavilleros llegaron de noche, disparando a diestra y siniestra. No era el objetivo matar a las familias, sino sacarlas, correrlas, desplazarlas de la comunidad llamada El Corral Quemado. Y finalmente lo consiguieron.
Entre la oscuridad, porque encender una luz era ponerse una bala en la frente, una treintena de moradores de este pueblo se arrastró por los pisos de tierra de sus casas. Serpentearon en busca de la salida. Los muros construidos con adobe, carrizos, lodo y láminas galvanizadas o palma eran insuficientes para contener los balazos. Dejaron todo: casa, muebles, ropa, camionetas, vacas, siembras, gallinas. Solo se llevaron lo que tenían puesto. Y como pudieron corrieron al monte. Escalaron la sierra y se remontaron a Tubares.
“No sabemos nada de ellos”, cuentan familiares cercanos de los nuevos desplazados, que son reticentes a dar nombres y a exponer abiertamente qué causa ese desplazamiento de familias completas.
“Es lo que todos dicen, lo que ya saben ustedes, y que nadie hace nada por controlar ese pleito, ni el Gobierno, ni nadie”, afirman.
Reconocen que nadie huyó para esta cabecera municipal, porque sabían que en el intento serían asesinados. Quienes los sacaron controlan el camino de El Chapote y desde ahí dominan El Saucillo, Real Blanco, La Ladrillera, La Judía y ahora El Corral Quemado.
“Son las huestes de Adelmo Núñez Molina, el Lemo, enemigo acérrimo de Benito Portillo”, cuentan militares y policías consultados y que pidieron anonimato por lo peligroso que resulta revelar información sobre la disputa territorial que se da en el Triángulo Dorado, y en la que el primero aparentemente va ganando y extendiendo sus territorios, desplazando sierra arriba, hacia Chihuahua, a su oponente.
Dos días después del ataque a El Corral Quemado, la Policía arribó al lugar. Lo encontró desolado. Ni un alma, ni vestigios de ella, 13 casas incendiadas, dos camionetas quemadas y viviendas saqueadas, señala un reporte emitido por la Coordinación de Comunicación Social. En este también se da cuenta de una persona muerta en Tubares, Chihuahua, aunque no precisa más datos.
El operativo realizado en vía de fe ministerial del hecho terminó sin resultados.
Familiares de los nuevos desplazados contaron que la zona del conflicto es un lugar neutral, en donde habitan tanto familia de Portillo como de Núñez, e incluso hay quienes se han casado entre sí. Ellos no han elegido bandos, porque sus propias familias se desintegrarían y terminarían matándose hermano contra hermano, padre contra hijo, tío contra sobrino…
Por no estar definidos, por eso son desplazados. Los Portillo los consideran gente de Núñez y los Núñez de Portillo, y estar en medio los puso en el fuego cruzado y sin que nadie los ayude.
Ahora, tras el ataque a El Corral Quemado se espera la venganza: otro pueblo será arrasado.
Las hostilidades, cuentan aquí, se recrudecieron desde el ataque a Bacayopa, Choix, del 13 de abril del 2012 y que fue contenido en el Potrero de Los Fierro, con saldo no cuantificado de bajas mortales. Y desde entonces, las cosas no marchan bien.
Para el alcalde de Choix, Juan Carlos Estrada Vega, el control de la zona se tendría con un destacamento militar acantonado en El Chapote, por ser este lugar punto de confluencia de los caminos e insalvable. Se encuentra justo en la mitad de la zona de conflicto y permitiría llevar auxilio a la población en caso de ataque a civiles desarmados. Sin embargo, el gobierno malovista desechó la propuesta. Así, Estrada Vega se quedó solo con auxilio ocasional y circunstancial. Y la población indefinida desahuciada. Esta solo limitada a encontrar asistencia social en albergues.
Herencia de sangre
Juan Raúl Acosta, alcalde electo de Choix, es reacio a hablar de la violencia que sucede en el municipio que gobernará a partir del 1 de enero del 2014.
Quienes lo conocen y saben de su campaña política, dicen que en su pasado reciente está la causa para ello, pero se niegan a contarla.
“Nombre, dame chanza, no quiero hablar de eso. Tú sabes por qué. No es momento. Ya que llegue te cuento. Dame chanza”.
Tras minutos de preguntas cede: “Bueno, coincido con Juan Carlos (Estrada Vega) sobre el puesto militar, pero si el Gobierno dice que no, pues allá ellos. Nosotros vamos a insistir. No voy a quitar el dedo del renglón. No es que quiera yo combatir bala por bala, o que le eche montón a las gentes de arriba. No, lo que se necesita es controlar esa zona, y si ellos se quieren agarrar arriba, pues que se den con todo, pero sin afectar a los civiles”.
Acosta reconoce que el pleito en la sierra va para largo. Y en su proyecto de gobierno advierte otra solución: empleo, hay que llevar empleo y educación. El problema es cómo hacerlo, sin que caigan terceros, afirma.
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